lunes, 4 de abril de 2011

Recuerdo.


No hay nunca un porqué para un recuerdo; llega derrepente así, sin pedir permiso. Y nunca sabes cuándo se marchará. Lo único que sabes es que lamentablemente volverá. Aunque por lo general son instantes. Y ahora sé cómo hacerlo. Basta con no detenerse demasiado. En cuando llega el recuerdo, hay que alejarse rápidamente, hacerlo enseguida, sin pensarlo, sin jugar con él. Sin hacerse daño. Y así, derrepente, te das cuenta de que a desaparecido.

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